La venida de Cristo

Explicación de Martinus:

«Como paulatinamente surgirán muchos falsos profetas, algunos de los cuales incluso se harán pasar por ser Jesucristo, ha surgido, convirtiéndose en actual, la cuestión de cómo pueden conocerse. Debido a ello, me he sentido impulsado a remitir a las declaraciones del propio Cristo sobre el acontecimiento que se ha expresado como “la venida de Cristo”. El propio Cristo ha advertido muy seriamente contra estos falsos profetas y falsos Cristos, al igual que en un lenguaje simbólico ha explicado, con gran firmeza, a quienes tienen oídos para oír y ojos para ver cómo será esta “venida”.

Por consiguiente, voy a remitir a los evangelios de San Mateo, San Marcos y San Juan, donde dice: “Ya veis que yo os lo he predicho. Así, aunque os digan: He aquí que está en el desierto, ¡no vayáis allá!; o bien: Mirad, está en la parte más interior de la casa,¡no lo creáis! Porque como el relámpago sale de oriente y se deja ver hasta occidente, así también será la venida del Hijo del hombre. Entonces se mostrará la señal del Hijo del hombre en el cielo, y todos los pueblos de la Tierra gemirán y verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes del cielo con gran poder y majestad”. (Mt. 24, 25-27 y 30).

Cristo advierte también y dice: “Mirad que nadie os engañe. Porque muchos vendrán en mi nombre y diciendo: Soy yo, y seducirán a muchos. Y entonces si alguno os dijere. He aquí, aquí está el Cristo, o He aquí, allí está el Cristo, ¡No lo creáis! Porque se levantarán falsos cristos y falsos profetas y harán milagros y prodigios para seducir, si fuera posible, a los escogidos”. (Mar. 13, 5-6 y 21-22).

Pero Cristo sigue hablando de su venida, es decir, el cumplimiento de su misión. Lo expresa así: “Pero el revelador de la verdad, el espíritu santo, que el Padre enviará en mi nombre, os lo enseñará todo y os recordará todas las cosas que os tengo dichas” (Jn. 14, 26).

“Aún tengo mucho que deciros; más ahora no lo podéis soportar. Pero cuando él venga, el Espíritu de verdad, os guiará hacia la verdad completa; pues no hablará de sí mismo, sino que dirá todas las cosas que habrá oído y os hará saber las cosas que han de venir. Él me glorificará: porque tomará de lo mío y os lo anunciará” (Jn. 16, 12-14)

Aquí tenemos algunas citas de las declaraciones del propio Cristo, sobre su denominada “venida”, en la Biblia. ¿Cuál es la verdadera realidad tras estas promesas divinas, pronunciadas por el redentor del mundo, sobre esta “venida”? Cuando sabe que esta venida no puede tener lugar ni en el desierto ni en la parte más interior de la casa, y que tampoco tiene lugar aquí ni allí, su venida no puede ser en absoluto como un Cristo en forma de un hombre físico común. En este caso, tendría que ser fácil de encontrar y reconocer. Advierte, claro está, a creer en quienes vienen y dicen que son Cristo o que dicen que él está aquí o allí. Su venida no será, así, de ninguna manera de naturaleza física. En cualquier caso, aquí quiere permanecer en el anonimato. Por consiguiente, no es su persona puramente física lo que será lo más importante de su venida. La persona está oculta.

¿Qué es, entonces, lo que revelará su venida? ¿Qué dice él mismo? ¿No dice, precisamente, que será como el relámpago que sale de oriente y se deja ver hasta occidente? ¿Qué hay en su venida que pueda tener una capacidad así? Es única y exclusivamente su mensaje divino, salvador del mundo, a la humanidad alrededor de toda la Tierra, y, con ello, de oriente a occidente. Y aquí añade: “Y entonces se mostrará la señal del Hijo del hombre en el cielo, y todos los pueblos de la Tierra gemirán y verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes del cielo con gran poder y majestad”. ¿Cuál es la señal del Hijo del hombre que se mostrará en el cielo? El cielo significa aquí la más alta esfera de conciencia o pensamiento de la vida, o sea, el dominio del amor universal. El amor universal es, por lo tanto, el signo del Hijo del hombre. Cuando este signo se muestre, todos los pueblos de la Tierra deberían gemir. ¿No es precisamente esto lo que vemos? ¿No está el mundo en un gemido permanente? ¿No hemos vivido, precisamente, en este siglo dos grandes Guerras Mundiales? ¿Y no sigue habiendo guerra y guerra fría, asesinato y homicidio alrededor de todo el mundo, campos ce concentración y cámaras de tortura, donde los hombres son atormentados hasta la muerte con terribles tormentos? ¿Podría haber causas más grandes para gemir? En medio de estos gemidos, el Hijo del hombre se mostrará sobre las nubes del cielo con gran poder y majestad. El Hijo del hombre significa su mensaje divino que, por lo tanto, se mostrará con gran poder y majestad en la esfera divina del amor universal de la conciencia. ¿Cuál es la majestad que se revelará en el mensaje de Cristo, que es una renovación intelectualizada de su mensaje no intelectual de hace unos dos mil años? Esta majestad es ciencia cósmica que revela como hecho: la existencia de Dios, la inmortalidad de los seres vivos, la reencarnación o renacimiento de los seres, la existencia de la oscuridad como una condición vital para que los seres experimenten la luz y para su futura aparición como el hombre a imagen y semejanza de Dios, la conciencia primaria y secundaria de Dios, las espirales cósmicas de la vida, el microcosmos y el macrocosmos como seres vivos, el amor universal como el tono básico del universo, la identidad de los seres con la Divinidad, el tiempo, el espacio y la eternidad, que nadie puede cometer injusticia y nadie puede sufrir injusticia, que todo es muy bueno. Esta es la información principal de la “venida” de Cristo que, por lo tanto, es lo mismo que la continuación, renovación y perfeccionamiento del cristianismo. ¿Puede la humanidad adjudicarse una majestad mayor que este espíritu de Dios en forma de conciencia, pensamientos y conocimiento y manera de ser?

Pero Cristo continúa hablando de su venida que, por consiguiente, quiere decir el cumplimiento de su misión por medio de la revelación ele espíritu santo de Dios como ciencia de la comprensión de toda la existencia de Dios para una inteligencia y un sentimiento desarrollados. ¿Qué es el revelador de la verdad el espíritu santo, que el Padre iba a enviar a los hombres en nombre de Jesús o Cristo, que iba a enseñarles a los hombres todas las cosas que él ha dicho? ¿No se trata, precisamente, de ideas y conocimiento y de las más altas realidades de la vida sobre la existencia de Dios y la existencia de los hombres y el plan de amor de Dios con todos los seres vivos? ¿Qué otra cosa puede ser idéntica al espíritu santo o conciencia de Dios?

Que los hombres durante la encarnación física de Cristo en la Tierra no estaban tan evolucionados que pudieran comprender toda su misión, y que, por consiguiente, tuvo que anunciar la conclusión para una época posterior, lo confirma con las palabras en las que les dice a los discípulos que todavía tiene mucho que decirles, pero que no pueden soportarlas, por esto tuvo que contar con completar su misión en una época posterior, cuando los hombres hubieran evolucionado más intelectualmente. Entonces nombra, de nuevo, al espíritu santo o el espíritu de la verdad, es decir, la ciencia de la verdad que viene y guiará a los hombres a toda la verdad. Hará saber a la humanidad las cosas venideras. Glorificará a Cristo, porque tomará de él y lo anunciará a la humanidad.

Esta vez, la misión de Cristo no se basará en la personalidad física de Cristo con autoridad y milagros. La persona es, esta vez, anónima. Sólo la conciencia de Cristo, en forma de ciencia cósmica, es lo principal en la renovación y perfeccionamiento de la misión de Cristo, anunciada o entendida como la venida de Cristo. Este espíritu santo de la verdad o ciencia del amor universal es lo que como el tercer testamento de la vida será el ahora incipiente fundamento de la vida de la nueva época mundial.

En una forma bastante concisa he explicado aquí las declaraciones del propio Cristo sobre su presunta “venida” y su seria advertencia a los hombres de no creer en los muchos falsos profetas que, simultáneamente con esta venida, surgirían y que no se abstendrían de alegar que eran el mismo Jesucristo. Está bien que muchos de los que se han autoproclamado profetas sean tan ingenuos que pretendan ser Cristo. Con ello le revelan al hombre evolucionado que no lo son.

Espero que estas líneas sean útiles para quienes dudan con respecto a “la venida de Cristo”».

Citado de la revista Kosmos. Publicado por primera vez con el título: Falsos profetas.

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