Una ventana a la eternidad

La siguiente introducción no está escrita por el propio Martinus, sino que pretende ser una introducción a sus propias explicaciones. ¡Haga clic en el símbolo y vea una versión ampliada!

 

symbol_05s.jpgCuando la vida es un misterio

La falta de conciencia cósmica
Símbolo n.º 5



 

 


Para aquel que no se conoce así mismo a fondo, la vida es un enigma.
El conocimiento del mundo físico y de nuestro propio organismo no puede responder a las preguntas eternas: «¿Quién soy, de dónde vengo y a dónde voy?».

  

 symbol_03s.jpgIntolerancia – síntoma de la ignorancia

Intolerancia
– Símbolo n.º 3


La ignorancia sobre el misterio de nuestra propia vida tiene consecuencias, tanto para nosotros mismos como para nuestro prójimo.
A menudo hace que sea difícil comprender a nuestros semejantes y su manera de ver las cosas, cuando éstas difieren demasiado de las nuestras.
Entonces surge fácilmente intolerancia entre individuos, pueblos y naciones (las dos figuras en forma de estrella) con los consiguientes conflictos y guerras (mundo en llamas).

Para comprender a sus semejantes, uno debe primero poderse comprender a sí mismo ¡Pero esta comprensión, la solución del misterio de la vida, requiere una imagen eterna del universo!

 

symbol_06s.jpgTodos los seres vivos son inmortales

El ser vivo 1
– Símbolo n.º 6

 

 

 

 

«Tras» nuestro organismo físico hay la conciencia invisible, es decir, nuestros pensamientos, sentimientos y lo que nos imaginamos. Tras ello hay la propia vida, nuestro eterno e infinito yo.

El creador – el triángulo blanco superior
Lo vivo en nosotros es inmaterial, eterno e ilimitado. No está compuesto de partes más pequeñas, como todo lo creado, temporal y perecedero. Por consiguiente, no puede disolverse ni perecer. Es indivisible, ilimitado y eterno. El triángulo blanco simboliza este origen de todo lo creado, nuestro yo eternamente vivo, el creador.

La facultad creadora – violeta
La facultad eterna del yo de manifestar de manera visible su naturaleza ilimitada en el tiempo y el espacio se simboliza con la parte violeta del medio

Lo creado
La parte inferior, con las franjas verticales de colores, simboliza nuestros instrumentos temporales de percepción, es decir, nuestro organismo y nuestra conciencia que cambian y evolucionan de una vida a otra. Esta parte creada es, en primer lugar, de naturaleza espiritual, el cuerpo físico es, simplemente, un instrumento transitorio para experimentar la vida en el mundo material.
Así pues, vivimos, en primer lugar, en el mundo espiritual, aunque en el momento presente sólo seamos conscientes en el mundo físico. Cuando dormimos, nos encontramos en la zona espiritual, al igual que cuando nuestro organismo ha perecido por un tiempo.

Las partes superiores del símbolo se designan en El Tercer Testamento como supraconciencia, y la parte inferior como subconciencia, que consta de la conciencia diurna y la conciencia nocturna.

 

  

symbol_08_09_10s.jpgEl universo es un ser vivo, eterno e infinito

El principio trino – Símbolo n.º 8, 9, 10

 

La vida constituye un principio universal, eterno que es el mismo en todas partes. Dios y los hijos de Dios eternos comparten el mismo análisis básico, un principio eterno, trino. Cuando nos conocemos a nosotros mismos nos experimentamos como uno con el conjunto, eterno e infinitamente vivo, del universo, es decir, Dios. La forma circular simboliza que Dios y los hijos de Dios están eternamente unidos.

El círculo blanco
Simboliza a este yo, nuestro núcleo eterno más íntimo y punto fijo. Este yo es el origen de toda creación y transformación en el universo. Dios se encuentra en todos y se manifiesta de manera visible a través de todos. Aquí, el yo eterno se simboliza con un círculo. Todos tenemos el mismo Padre.
En Dios vivimos, nos movemos y somos, todos sin excepción.

El disco violeta
Al igual que los agujeros de la pantalla esférica de una lámpara reparten la misma luz en diversos rayos, la energía madre (color violeta) divide, aparentemente, «el uno» (la eternidad y el infinito) en «los muchos» (tiempo y espacio).

El círculo coloreado
Simboliza lo eternamente creado y eternamente cambiante, lo temporal de la vida. La conciencia y el mundo material forman parte de ello.

Los tres principios eternos, el creador, la facultad creadora y lo creado constituyen un principio indivisible, como se ve en el símbolo siguiente. Con el aspecto eterno unido al aspecto temporal podemos empezar a contemplar el plan divino de la creación. El plan divino universal

  

symbol_11s.jpgEl plan divino universal

La imagen eterna del universo, el ser vivo II, la Divinidad eterna y los hijos de Dios eternos
– Símbolo n.º 11

 

 

 

El plan eterno de creación
Todos los seres tienen, al igual que Dios, un yo eterno que sobrevive a cada cosa creada. Como somos eternos, podemos sacar provecho de todas las experiencias, vida tras vida. Todas las experiencias muestran, en su resultado final, que son para alegría y bendición de todo y todos. El plan divino de la creación se despliega totalmente amoroso, lógico y planificado.

La ley básica de la vida eterna
Para crear experiencias es necesario un contraste. Los mayores contrastes de la vida, por lo que respecta a la conciencia, son lo agradable y lo desagradable o el mal y el bien. Para poder experimentar lo uno, también hay que experimentar lo otro. Desde la perspectiva de la eternidad, el sufrimiento y el dolor son un bien desagradable. Sobrevivimos a todos los contrastes mentales y, a largo plazo, nos beneficiamos de ellos. En el mundo físico el contraste es creado por la oscuridad y lo desagradable. En el mundo espiritual experimentamos el contraste consistente en luz y amor universal.

La escena de la vida
Esta experiencia eterna tiene lugar por medio de seis principios de existencia; reino vegetal (color rojo), reino animal (color naranja), el verdadero reino humano (color amarillo), el reino de la sabiduría (color verde), el mundo divino (color azul) y el reino de la bienaventuranza (color añil claro). Aquí tiene lugar la eterna interacción de la vida entre Dios (estrella blanca y parte de rayos) y el hijo de Dios (círculos más exteriores).

Reino vegetal
Es nuestra saciedad de luz y el anhelo de un contraste lo que nos conduce fuera de las zonas de luz del amor universal hacia el mundo físico. En el reino vegetal comienza la adaptación a la vida en la esfera del principio mortífero. La nueva conciencia pasa aquí por su fase más primitiva sólo con la facultad de presentir vagamente placer y malestar.

El reino animal
La influencia de la naturaleza sobre el ser planta durante millares de años estimula la creación de órganos para experimentar en la zona física con conciencia diurna. Con ello, el ser planta se ha convertido en animal (color naranja). La adaptación al principio mortífero puede observarse claramente en la evolución del organismo vegetal al organismo animal con instrumentos de ataque y defensa.
El animal debe vencer al enemigo o escapar de él. Su organismo es alimento y, por consiguiente, debe protegerse con todos los medios El instinto de conservación es estimulado.

La transición de animal a hombre
El hombre terreno sigue siendo en parte un animal y, por ello, todavía vive en muy alto grado bajo la condición de vida del animal: Fuerza es poder. A pesar de que las religiones humanas mundiales han impulsado, a lo largo de miles de años, a los hombres a alejarse del uso del principio mortífero, el desarrollo de las facultades humanas todavía es de fecha mucho más reciente.

Evolucionar del egoísmo y el instinto de supervivencia a lo contrario, a una mentalidad amorosa y que perdona, toma tiempo. Pero este proceso tiene lugar automáticamente por medio del hecho de que «cosechamos como sembramos». La moral de asesinato nos conduce al propio sufrimiento, lo cual crea añoranza del contraste, de lo humano. Con el tiempo surge la receptividad para el ideal del amor universal y la explicación intelectual.

El reino humano

El objetivo de la imagen eterna del universo de El Tercer Testamento es guiar a la humanidad a través del último estadio de la transición de animal a hombre. Estamos a punto de nacer en un nuevo reino. El intelecto, que se desarrolló en la lucha por la existencia, hace ahora posible la comprensión de conceptos cada vez más avanzados de nosotros mismos y del universo. Con la armonización del corazón y la razón, se abre gradualmente el infinito horizonte cósmico de la conciencia. Entonces nos hemos convertido en «el hombre acabado a imagen de Dios», y en habitantes del verdadero reino humano (amarillo), donde el amor universal es praxis.

Los reinos espirituales
Desde aquí continúa el viaje a través de las posteriores zonas eternas del amor (verde, azul y añil claro), donde el ciclo eterno culmina en los contrastes luz y felicidad.

Un plan total del universo
El plan eterno del universo está vigente tanto para seres pequeños como grandes. El universo físico está construido como vida dentro de vida, hacia abajo y hacia arriba, al infinito. Todo encaja como el engranaje de un reloj.

Las miríadas de seres vivos del universo del micro, meso y macrocosmos tienen todos el mismo análisis básico sencillo y eterno. La diferencia externa refleja, simplemente, variaciones de los seis principios de existencia de la vida.

Nuestro macroser, la Tierra, va también de camino hacia la conciencia cósmica (la pequeña figura en forma de estrella). Su «nacimiento cósmico» dentro de los próximos 3.000 años constituye la transición al reino humano perfecto, el reino de Dios en la Tierra. Entonces lo que decidirá todos los asuntos será el derecho y no el poder.

 

No es casual que Martinus haya escogido poner los dos símbolos siguientes en la cubierta anterior y posterior de su obra:

symbol_19s.jpgLa oscuridad

El símbolo de la cubierta posterior se llama: A través de la oscuridad de la iniciación, infierno o cataclismo
– símbolo n.º 19

 

 

 

 

El principio mortífero
El gran arco de color naranja y la espada que salen de la izquierda simbolizan una acción oscura que llega al individuo (el triángulo blanco). Aquí se responde con el principio de la venganza (la otra espada), como lo conocemos formulado en el Antiguo Testamento: «Ojo por ojo y diente por diente».

Cosechamos como sembramos de una vida a otra
Con la visión cósmica se ve cómo nosotros mismos creamos nuestro destino de una vida a otra (figuras rectangulares de color naranja), interrumpido por periodos de descanso en los mundos espirituales (figuras cuadradas de color amarillo).

Las consecuencias del principio mortífero
Guerra, luchas políticas y religiosas, pobreza, enfermedad e indigencia se deben a ignorancia sobre una vida eterna y sobre la ley del destino. Se cree que se puede sembrar guerra y cosechar paz.

Sólo después de haber cosechado los sufrimientos nace la comprensión de la ley de amor de la vida, «Amad a vuestros enemigos, haced el bien a quienes os aborrecen, bendecid a los que os maldicen y orad por los que os calumnian y persiguen».

El consumo de carne es un ejemplo más de que los hombres «no saben lo que hacen». Todo el sufrimiento que causamos a otros seres vivos, tanto grandes como pequeños, regresa de nuevo a nosotros. El volcán simboliza las catástrofes de la naturaleza, y muestra que no estamos totalmente protegidos en relación con nuestro macroser, la Tierra. Nosotros mismos constituimos un macroser con respecto a nuestro organismo. Si le ofrecemos condiciones deficientes, nacemos en zonas extremas de la naturaleza con un correspondiente entorno deficiente o directamente peligroso. Pero, incluso, durante la iniciación en la oscuridad, en «la esfera del principio mortífero» estamos rodeados del amor universal (la gloria de rayos). El alma receptiva siempre puede encontrar una luz que la guíe, que le muestre el camino para salir de la oscuridad.

  

symbol_23s.jpgLa luz

El símbolo de la cubierta anterior se llama El hombre acabado a imagen y semejanza de Dios
– Símbolo n.º 23

 

 

 

 

 

El principio que da vida
Aquí se ilustra el principio moral que todo lo perdona del Nuevo Testamento, el objetivo de la evolución. Las dos manos entrelazadas simbolizan que el ser amoroso encuentra enemistad (arco de color naranja a la izquierda) con amistad (arco de color amarillo a la derecha) y, así, crea un futuro luminoso y feliz para sí mismo y su prójimo en esta vida y en vidas futuras (en las figuras rectangulares se mezcla cada vez más color amarillo). Cada experiencia de sufrimiento nos hace, con el tiempo, más compasivos, hasta que sólo tenemos corazón para hacer el bien, como el ser Cristo del símbolo.

La visión cósmica de la vida

Sobre el fondo negro de la parte inferior de ambos símbolos, se ilustra la visión cósmica de la vida con las muchas vidas terrenas, la ley del destino y la evolución de animal a hombre. Vemos que El Tercer Testamento cimienta el principio moral del Nuevo Testamento.

El objetivo de las muchas vidas terrenas es enseñarnos a «amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos». Entonces nos hemos convertido en «el hombre a imagen y semejanza de Dios».

symbol_16s.jpgCosechamos como sembramos

El cuerpo eterno
– Símbolo n.º 16

 

 

 

Aquí está simbolizado nuestro cuerpo eterno, cósmico en forma de rayos, siempre en equilibrio perfecto (la cruz), sin ser afectado por ninguna muerte ni mutilación del cuerpo espiritual y físico creados temporalmente. Toda la energía se mueve en un ciclo sujeto a leyes. Aquí se ve cómo cada pensamiento y acto se mueve en pequeños y grandes ciclos de regreso hacia nosotros mismos (triángulo).

 

symbol_18s.jpgEl ahora eterno

Los arcos de destino del ser vivo
– Símbolo n.º 18

 

En el símbolo vemos cómo los arcos de destino enlazan una vida con la siguiente. En el ahora vivimos simultáneamente tanto en el pasado y presente como en el futuro. Nuestros actos de hoy (parte del medio debajo del triángulo, el yo) determinan la calidad de nuestras vidas futuras (parte verde), de la misma manera que nuestra conciencia y organismo hoy es la consecuencia de pensamientos y actos anteriores (parte amarilla). Pero sólo experimentamos el malestar que todavía tenemos corazón de crear para otros. El principio «el perdón de los pecados» es una realidad verdadera.

El organismo físico sólo es un instrumento cambiable para experimentar la vida en el mundo físico. Cuando este instrumento está desgastado, por causas naturales o no, no es apto para experimentar la vida y es eliminado por un proceso que llamamos «muerte». Esta «muerte» es, en realidad, un nacimiento a la zona espiritual, donde somos recargados con experiencias luminosas y descanso, hasta que nos encarnamos de nuevo. No existe ninguna muerte.

 

symbol_34s.jpgEl proceso de la reencarnación

El acto de apareamiento o el espíritu de Dios en la oscuridad
– Símbolo n.º 34

 

 

 

 


A los hombres del pasado no les era fácil comprender la idea de la reencarnación. En la Biblia podemos, por ejemplo, leer que Nicodemo le pregunta a Jesús: «¿Cómo puede nacer un hombre siendo viejo? ¿Puede, acaso, entrar de nuevo en el seno de su madre para renacer?». Tuvieron que pasar miles de años antes que los hombres tuvieran madurez intelectual para poder recibir tales análisis.

Los grandes círculos, en la parte inferior, simbolizan un hombre, a la izquierda, y una mujer, a la derecha, en la culminación del acto de apareamiento. Durante esta experiencia transitoria de bienaventuranza (el fuego ardiente), las partes están a la misma longitud de onda que las altas vibraciones de la zona espiritual. Así se establece el contacto (las líneas de color añil) con un individuo en la zona espiritual (círculo en la parte superior) que, con respecto al destino, concuerda con estos padres. El estado de enamoramiento ilumina la esfera de la oscuridad y garantiza, simultáneamente, el renacimiento en ella. Pero la simpatía del apareamiento es muy limitada.

Este estado estimulado hormonalmente crea fácilmente lucha y rivalidad para poseer al sexo contrario. Para un ser masculino o femenino en su forma pura, el amor universal es orgánicamente imposible. El verdadero amor al prójimo no es una cuestión de voluntad, sino de la disposición a la simpatía del ser.

Cristo es un ejemplo del estado perfecto, que ama y perdona. A pesar de la culminación de su sufrimiento en la cruz, podía orar por sus verdugos: «Perdónalos, porque no saben lo que hacen» (Luc. 23, 34). La facultad de amar a su prójimo, independiente del sexo, se apoya en una base orgánica, en la interacción entre el polo masculino y femenino del ser vivo. Tras lo sexual, con sus caminos y sus desviaciones en dirección al estado humano acabado, hay causas cósmicas.

  

symbol_02s.jpgEl principio progenitor espiritual

El principio de la redención del mundo
– Símbolo n.º 2

 

La humanidad no se ha quedado sola durante su evolución de animal (color naranja) a hombre (color amarillo). Al igual que los niños son amorosamente cuidados y criados hasta que puedan valerse por sí mismos, la humanidad recibe orientación desde arriba por medio de un principio progenitor espiritual, el principio de la redención del mundo.

La Divinidad (estrella blanca) dirige a todos los seres vivos en dirección ascendente y avanzando por medio de este principio progenitor espiritual (los rayos). A lo largo de la evolución de una conciencia inferior a una conciencia más elevada (los escalones) se nos dan ideales y preceptos que se adaptan genialmente al estadio evolutivo en cuestión.

 

  

symbol_01s.jpgEl espíritu de Dios sobre las aguas

El espíritu de Dios sobre las aguas
– Símbolo n.º 1

 

 

 

La conciencia de Dios, todopoderosa y que ama con amor universal, penetra todas las partes del universo con su manifestación y creación perfecta (la cruz en llamas). ¡El universo vive y piensa! El universo está impregnado de vida y pensamiento. Estos pensamientos se muestran como impulsos mundiales que constituyen el fundamento de diferentes épocas de cultura. El círculo doble simboliza la Tierra y su humanidad. La Tierra está en contacto con tres impulsos de pensamiento o mundiales:

Abajo – conciencia y cultura de los hombres primitivos.

En medio – el siguiente impulso mundial nutre a los hombres en el estadio de la fe y estimula el conjunto de manifestaciones de la cultura de la humanidad en este periodo. La manera tradicional de concebir el Antiguo y el Nuevo Testamento forma parte de este viejo impulso mundial.

Arriba – tanto la ciencia material y espiritual, el internacionalismo, el arte, la arquitectura, la técnica y la música moderna como los matrimonios desdichados, las enfermedades mentales, las anormalidades sexuales y las convulsiones políticas dan testimonio de un proceso de evolución espiritual en aceleración constante, caracterizado al comienzo por la irreligiosidad.

Pero este materialismo sólo es un fenómeno propio del comienzo. Con la fundamentación intelectual del amor al prójimo en forma de la ciencia del espíritu, el conflicto entre fe y conocimiento desaparecerá poco a poco, y la humanidad se pondrá de nuevo en contacto, tanto con su corazón como con su inteligencia, con el lado espiritual de la vida.

Los tres símbolos siguientes muestran cómo la evolución de la conciencia de animal a hombre acabado se refleja en la evolución del nacionalismo al internacionalismo.


symbol_24s.jpgEl camino al reino de la paz 1: El nacionalismo

El hombre inacabado
– Símbolo n.º 24



En el reino animal poder es lo mismo que derecho. Este talento ha sido ejercitado hasta el automatismo en el reino animal e impregna las relaciones entre hombres y naciones a todos los niveles.

El mundo está dividido en naciones (las distintas zonas) que monopolizan colectivamente las riquezas de la naturaleza. Los gobiernos de los distintos países (las flechas) ambicionan, ante todo, el poder económico y militar. Todavía practican, en muy alto grado, el principio mortífero en forma de venganza y castigo (las figuras en forma de estrella de color naranja) en su práctica de la justicia, tanto exterior como interior.
Ahora vamos a ver cómo el mundo es dirigido hacia el verdadero humanitarismo y la auténtica paz.En el reino animal poder es lo mismo que derecho. Este talento ha sido ejercitado hasta el automatismo en el reino animal e impregna las relaciones entre hombres y naciones a todos los niveles.

El mundo está dividido en naciones (las distintas zonas) que monopolizan colectivamente las riquezas de la naturaleza. Los gobiernos de los distintos países (las flechas) ambicionan, ante todo, el poder económico y militar. Todavía practican, en muy alto grado, el principio mortífero en forma de venganza y castigo (las figuras en forma de estrella de color naranja) en su práctica de la justicia, tanto exterior como interior.

Ahora vamos a ver cómo el mundo es dirigido hacia el verdadero humanitarismo y la auténtica paz.

symbol_25s.jpgEl camino hacia el reino de la paz 2: Consecuencias

El karma de la humanidad
– Símbolo n.º 25

 

 

Las acciones de las naciones también están sujetas a la ley del destino. Las tendencias animales refuerzan una especial irradiación espiritual (la gruesa corteza de color naranja) que atrae un correspondiente karma
oscuro de sufrimiento (las llamas). Cosechamos como sembramos.

Las zonas a la derecha y a la izquierda simbolizan la diferente calidad de este karma. A la izquierda la muerte «rápida» que puede venir como efecto de nuestra matanza de animales y otros individuos. A la derecha el lento karma de sufrimiento en forma de sufrimientos, invalidez, enfermedades, etc. de por vida.

La estrella de cinco puntas simboliza el principio religioso, con el cual Dios dirige a los hombres desde estos estados al amor universal, a través de las religiones humanas (franja amarilla) y, poco a poco, de la pura ciencia del espíritu (franja blanca). Ya vemos muchos resultados humanos de este proceso: Asistencia, arte, arquitectura, literatura, ciencia y técnica (parte de color azul del círculo).

  

symbol_26s.jpgEl camino hacia el reino de la paz 3: Los estados unidos del mundo «un rebaño y un pastor»

El futuro reino humano perfecto
– Símbolo n.º 26




El objetivo de la evolución en la Tierra
A través de las enseñanzas del cristianismo sabemos de «un nuevo cielo y una nueva Tierra», sabemos que un reino de paz y amor surgirá en la Tierra. El Tercer Testamento confirma que esto sucederá, no milagrosamente de un día para otro, sino por medio de una evolución gradual.

En el venidero reino del amor perfecto en la Tierra, las naciones se habrán convertido en regiones, cada una de ellas con sus características especiales (las áreas verdes). Ideas religiosas anteriores (color amarillo y naranja) habrán sido sustituidas por el conocimiento sobre Dios y el curso de la evolución (color blanco). Este conocimiento une a las personas en toda su diversidad y se convierte, por ello, en la base espiritual del reino del amor en la Tierra.

Al comienzo, el gobierno mundial (el sol amarillo) será dirigido por los representantes más competentes dentro de cada ámbito concreto, constituidos por medio de una elección libre. Gradualmente este gobierno podrá estar formado por seres cósmicamente conscientes (estrella azul).

 

Además de esto, pueden nombrarse los siguientes puntos:

• Desarme. Con un estado mundial, la naturaleza de todos los retos es de política interna. Al comienzo, una policía mundial actuará como garante de la seguridad interna.

• Unas leyes y una justicia independientes que conocen la diferencia entre delito y anormalidad, que conocen el curso de la evolución y, por consiguiente, sólo usan métodos humanos de educación.

• Abolición del dinero y de la propiedad privada de los bienes comunes de la naturaleza.
El principio de los negocios, que en el pasado hizo posible, de manera totalmente legal, adquirir por medio de engaño cosas de mayor valor por un valor menor, es sustituido por un principio divino de los negocios: Igual valor por igual valor. Los recibos de horas de trabajo se introducen como medio de pago.

• Un fondo para el pago de los períodos de la infancia, vejez y enfermedad.

• Las máquinas liberan a los hombres de la maldición «comerás el pan con el sudor de tu frente». Tendremos tiempo para desarrollar el espíritu, el arte y la cultura humana.

• La justicia decide sobre el poder en todos los ámbitos. El estado mundial es dirigido por sentimiento intelectualizado e inteligencia humanizada, amor al prójimo.
Las palabras de la Biblia sobre un rebaño y un pastor, un pueblo con un Dios y una religión verdadera, se cumplirán aquí en la Tierra.

Ahora vamos a ver la diferencia entre la imagen materialista del universo y la imagen cósmica, eterna del universo:


symbol_22sA.jpgLa imagen materialista o muerta del universo

La imagen materialista o inacabada del universo
– Símbolo n.º 22 A

 

 

La visión sobre el universo que domina actualmente es un culto a la muerte. Cada vez más personas ven solamente el aspecto materialista de la realidad. Con esta perspectiva materialista, podemos crear geniales instrumentos prácticos, técnicos, pero esto nos da muy poco conocimiento, por no decir ninguno, sobre el lado vivo y psíquico de la vida. Muchos creen que la vida es idéntica a la materia: Se cree, por lo tanto, en la muerte. Con esta perspectiva física sobre la vida, parece, naturalmente, ingenuo rezar, y esta función está, por consiguiente, casi estancada.

 

symbol_22s.jpgEl universo vivo, espiritual

La eterna vinculación cósmico orgánica entre Dios y el hijo de Dios 2
– Símbolo n.º 22

 

 


Vemos que la interrogación con respecto a la existencia de los mundos espirituales es sustituida por símbolos de nuestra supraconciencia, es decir, el yo eterno, inmaterial (el triángulo) y su facultad creadora,
igual de eterna. Los mundos espirituales están incluidos e indicados con color amarillo, verde, azul y añil claro. Constituyen la conciencia primaria de Dios. Todos los seres, que están aquí, han pasado por la culminación de la oscuridad en los mundos físicos (color rojo y naranja). De esta manera, también se mantiene la conciencia de Dios con poder y amor universal eternamente culminante.

Los hombres acabados a imagen de Dios son los más altos instrumentos de Dios para conducir y dirigir la creación de destino en los mundos físicos subyacentes, todavía imperfectos.



symbol_21s.jpgLa oración


La eterna vinculación cósmico orgánica entre Dios y el hijo de Dios 1
– Símbolo n.º 21

 

Conversación espiritual
La parte derecha del símbolo expresa, de nuevo, la perspectiva cósmica sobre el universo, es decir, Dios. Todos nosotros nos encontramos en el centro de la conciencia de este organismo que todo lo abarca, y siempre estamos inalterablemente unidos orgánicamente a Dios. Es por esto, que siempre podemos comunicar con el mundo espiritual, también cuando nos encontramos en un organismo físico.

El proceso de la evolución de la oración
Esta conversación con el mundo espiritual evoluciona desde el grito del animal a lo desconocido hasta la conversación directa, consciente con Dios, que conocemos de Cristo que dijo: «Orad siempre sin desfallecer». Las franjas verticales en la parte superior izquierda simbolizan estadios del culto a Dios: Culto a varios dioses, religión con un solo Dios, el estado ateísta y, finalmente, el contacto, con conciencia diurna, del hombre acabado con Dios. Que el color verde y el amarillo tras el triángulo sean equivalentes simboliza el equilibrio perfecto entre la inteligencia y el sentimiento de este hombre.

¿Cómo tiene lugar la comunicación?
Abajo, a la izquierda, están simbolizados los ángeles de la guarda espirituales, los órganos de audición de Dios (triángulos amarillos), que perciben incluso el menor suspiro en la zona física y son intermediarios con respecto a la respuesta y la ayuda. En la medida en que nuestra capacidad alcance, todos podemos actuar como ángeles de la guarda para nuestros semejantes entre las encarnaciones. Aquí se muestran diversos aspectos de la interacción ininterrumpida con la zona espiritual: Oración, estados de inspiración de las personas creativas, uso de médiums y el objetivo, la comunicación perfecta, con conciencia diurna, entre Dios y el hombre acabado.

Uno con el Padre
El Tercer Testamento explica la vida como un diálogo entre el Padre eterno, que ama con amor universal y es omnipresente y su hijo/hija igual de eterno/a, tanto en el interior como en el exterior. El clima de pensamientos altruista convierte al hombre en uno con Dios. Con las palabras: «No se haga mi voluntad, sino la tuya», el que ora se hace uno con la voluntad de Dios y experimenta, por consiguiente, la magia altamente psíquica de la oración. Dios responde a todas las oraciones por medio de acontecimientos tanto interiores como exteriores. Comprensión nueva o corrientes de fuerza vital en la conciencia. Con esta ayuda para estar «a las duras y a las maduras» se desarrolla poco a poco el estado de amor universal.

El hombre acabado evolutivamente está en armonía con toda la vida y puede, por consiguiente, decir como Cristo: «Yo y el Padre somos uno» (Jn. 10,30).

 

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