El ciclo cósmico de espiral 1
– Símbolo 14
El viaje cósmico a través de la eternidad y el infinito
La vida eterna tiene lugar, según El Tercer Testamento, como un caminar infinito a través ciclos cada vez más elevados. Es por esto que se llaman ciclos de espiral.
En este símbolo vemos siete ciclos de espiral indicados con las letras:
A – la zona de espiral para átomos/ sustancias y semejantes.
B – la zona de espiral para seres célula y semejantes.
C – la zona de espiral para seres órgano y semejantes.
D –nuestro propio organismo. Por medio de los ciclos A, B y C se construye nuestro organismo que, como se ha dicho, constituye la espiral D. La interacción con el microcosmos nos da, así, acceso a un organismo físico.
E – la zona de espiral que constituye los planetas
F –la zona de espiral que constituye el Sistema Solar
G – la zona de espiral que constituye galaxias/la Vía Láctea. Por medio del ciclo E, F y G se construye la naturaleza, o sea, nuestro mundo. La interacción con el macrocosmos nos da un mundo en el que vivir, la naturaleza. Ver el símbolo n.º 7.
Además de constituir material para nuestros organismos físicos, las zonas de espiral que están por debajo también representan nuestro pasado, de la misma manera que las que están por encima, además de constituir un espacio vital para nosotros, también representan nuestro futuro.
Vemos que los seis reinos y zonas de conciencia descritas en este símbolo se repiten variándose eternamente, también como principios para organismos distintos.
La figura blanca muestra la pequeña parte del universo infinito que, generalmente, percibimos como viva.
Tal vez podamos empezar a percibir vagamente un factor organizador, un Dios, tras la genial colaboración entre micro, meso y macrocosmos.
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